La lectura: el viaje más apasionante
Tendría yo 6 ó 7 años cuando comenzaron mis padres a regalarme libros. No solo me compraban los que el colegio recomendaba de obligada lectura sino también aquellos que me apetecía leer. En clase teníamos también una abundante biblioteca y nos dejaban horas lectivas para coger un libro de nuestro gusto y leer durante un buen rato. Lo cierto es que mis padres fomentaron en mí el amor por la literatura y a ellos les debo ser una gran lectora. Tenía la costumbre ya de pequeña de leer un ratito antes de irme a dormir. Me recuerdo en el cuarto compartido con mi hermano leyendo libros de la colección de El Barco de Vapor de la editorial S.M. y muchas otras. Qué risa cuando leí el libro «Fray Perico y su borrico» un clásico de la literatura infantil que tuvo varias partes. De hecho y os voy a contar un secreto, lo leyó mi madre antes que yo, porque tenía que hacer una redacción para el colegio sobre el libro de marras y no me daba tiempo a terminarlo. Yo iba por la mitad y mi madre en una noche se lo leyó. Me contó cómo terminaba y yo hice mi redacción. Cuando me contó ella lo que se había reído con el libro decidí terminarlo. Y cierto es que me pareció muy divertido. Así fue cómo me hice una lectora empedernida. Leyendo libros infantiles primero, otro día os haré recomendaciones de literatura infantil y juvenil, porque en mi página todos los géneros y las edades tienen cabida. Luego llegaron los libros juveniles y los de adulto porque tengo que decir que fui una lectora precoz. Leí novelas no demasiado apropiadas para mi edad, pero que dado mi grado de madurez entendí perfectamente. Mejor no digo cuáles eran porque con 10 años que tenía yo no eran muy adecuadas dada mi edad. Pero es que yo leía cualquier cosa que cayera en mis manos. Lo que encontraba por casa y mis padres nunca me dijeron que no a ninguna lectura. De hecho yo he sido más lectora que ellos siempre. Y también le debo mucho a una de mis tías que siempre me regalaba libros porque es una lectora voraz como yo, y tenía libros para aburrir en casa, y a mi abuela, que en paz descanse, con la que intercambiaba novelas. Y cómo no a las bibliotecas. ¡Benditas sean! A los 14 años ya tenía carné de la biblioteca de mi ciudad y cogía libros maravillada del mundo de estanterías que estaban disponibles para mí. Y en el colegio también teníamos biblioteca y la monja que hacía de bibliotecaria,( pues fui a un colegio concertado religioso), se quedaba atónita cuando veía los libros que cogía en préstamo, a saber: Beau Geste o Crimen y Castigo cuando tenía 14 años o menos, por poner un ejemplo. Allí leí también Jane Eyre uno de mis libros favoritos y que he leído hasta la saciedad. Lo cierto es que yo no sería la misma persona sin los libros que me han acompañado siempre. La lectura es el mejor viaje. Y te transporta a un mundo repleto de aventuras, de misterios, de romance, de fantasía, de terror o de pura y cruda realidad. He viajado por mil países sin moverme de casa. Y a aquellos que no son lectores habituales les animo a coger un libro y vivir otras vidas, las de los personajes de las novelas. Ya sean bestsellers, novela romántica, novela histórica, fantástica, de terror, policíaca, novela gráfica, tebeos de los de toda la vida o los grandes clásicos que son auténticas joyas. Por favor coged un libro y os maravillaréis de la aventura que os espera detrás de esas páginas escritas. Ningún libro es malo. Puede que algunos no sean considerados alta literatura, pero al fin y al cabo lo que importa es que entretengan y si acercan a las personas no lectoras a los libros ése es el auténtico milagro: crear nuevos lectores. ¿A qué estáis esperando para continuar ese libro que dejasteis a medias? Venga que la aventura os espera…
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